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1 de junio de 2021

Interrogatorio y presentación de Águila Cinco de Beatriz Manrique

 Y PRESENTACIÓN DE ÁGUILA CINCO✈


¡Hola! Hoy en Los interrogatorios de Mi rinconín de lectura, someteré a Beatriz Manrique a nuestra ronda de preguntas y nos presentará su nueva novela, Águila cinco, que está a puntito de salir publicada. Espero que te quedes con nosotras y no te aburras de leer, aunque esta entrada sea más larga que un día sin pan, y así disfrutes de todo lo que nos cuenta la autora y de alguna que otra sorpresita que os tenemos reservada. 😊 ¡Dentro preguntas! 

El próximo día 7 de junio se publicará la que será tu sexta novela. Háblanos de Aguila cinco, cuéntanos lo que quieras. 

¡Hola, Alejandra! Antes de nada, agradeceros como siempre a Vero y a ti, la ventana que me ofrecéis en vuestra casa para presentar Águila cinco.

Es una novela romántica contemporánea ligera y con algunos toques de humor, que principalmente, vienen de mano de Sam, la protagonista. O más bien, de sus pensamientos. Es una historia que habla del amor a primera vista, de las segundas oportunidades y de la dificultad que entrañan las relaciones a distancia. También encontraréis amistad, elemento que, por lo general, suele aparecer en mis novelas como apoyo a los protagonistas durante su historia. En este caso, hay tres personajes secundarios que estarán al lado de Bosco y Sam arropándolos en todo momento.

✈ Sabemos que eres una apasionada de la historia y tus libros se sitúan en épocas pasadas. Sin embargo, esta vez sales de tu zona de confort ¿qué ha supuesto este reto para ti? ¿Te ha costado mucho dar el paso? ¿Cuál piensas que ha sido el mayor desafío que has enfrentado durante el proceso de creación de esta novela?

Sí, me costó muchísimo dar el paso y me ha tenido fuera de mi zona de confort la mayor parte del tiempo. Ha supuesto un desafío desde el principio porque tenía la constante sensación de que me faltaba algo mientras escribía sin una ambientación histórica de fondo. El lenguaje también ha sido un gran reto por irónico que parezca. A veces, me veía utilizando palabras que no son de esta época al escribir o releer algún fragmento y ¡me echaba las manos a la cabeza antes de rectificar!

No conseguí sentirme cómoda del todo hasta bien entrada la historia, casi a la mitad. Me ha supuesto un esfuerzo añadido porque estaba muy acostumbrada a moverme en contextos históricos que acompañaran a la trama y a los personajes. Con Águila cinco, sin embargo, he tenido que centrarme más en los personajes, en sus sentimientos, sus inseguridades y sus circunstancias. 

✈ ¿Cómo surgió la idea de escribir Águila cinco?

Jajajaja, pues surgió a raíz de ver una fotografía del actor Antonio Velázquez en su Instagram sobre un caza. Fue verlo y, en mi cabeza, apareció Bosco de inmediato. Tenía un protagonista piloto, aunque no sabía qué hacer con él, pero tan solo unos días después, vi por las redes el vídeo de una exhibición de la Patrulla Águila y lo tuve. Supe que Bosco sería miembro de la Patrulla Águila del Ejército del Aire. Con Sam fue más fácil. Las que me seguís, sabéis que me encanta la moda de otras épocas, así que tuve claro desde el principio que el toque vintage de la historia vendría por su parte.

✈ ¿Qué elementos diferentes a tus otras novelas podrán encontrar las lectoras en Águila cinco, además de los obvios por su contexto temporal? ¿Qué detalles crees que podrían sorprendernos a las que ya te hemos leído en otras ocasiones? 

Con sinceridad, no estoy segura, Alejandra. Lo que sí puedo decir es que he intentado que sea una historia fácil de leer, amena, ágil, con sus partes cómicas y no tan cómicas. No es una historia dramática, aunque contenga una parte de "drama" que sí toca un tema que puede ocurrirle a cualquier persona hoy en día, y que, de hecho, les ha ocurrido a muchas personas a lo largo de la historia y en diferentes contextos personales.

✈ Como documentalista que eres sabemos que haces una labor muy exhaustiva para ubicar tus historias. ¿Cómo ha sido esta vez el proceso de documentación para esta novela? 

En esta ocasión, el proceso de documentación ha sido muy técnico, muy enfocado a sus profesiones. Desconocía por completo la profesión de Bosco, por lo que tuve que informarme de todo, desde los requisitos que requieren los cadetes para ser aceptados en la Academia General del Aire al entrenamiento que siguen, los años que deben dedicar a la formación o las aptitudes que deben tener para pilotar un avión. No solo un avión, un caza. Además de la habilidad que tienen que mostrar en las exhibiciones, ya que son la representación del Ejército del Aire de España en los eventos a los que asisten. La documentación en cuanto a la profesión de Sam fue más sencilla, aunque quise darle un pequeño toque a dicha profesión, más adecuado a ella, a su estilo y a su forma de entender la fotografía.

También he tenido que tener en cuenta aspectos como la fecha de nacimiento de ciertas redes sociales, investigar mucho sobre Vancouver, tanto que tengo la impresión de conocer la ciudad sin haberla visitado (creo que es la primera vez que he escrito con Google maps casi siempre abierto), o no olvidar las diferencias horarias entre países. Ha sido un proceso de documentación diferente, pero no ha dejado de ser complejo.

✈ ¿Sigues alguna fórmula o método que te sirva para perfilar la personalidad de tus protagonistas? ¿Te haces un esquema de ellos en tu cabeza o dejas que te vayan contando su propia historia sobre la marcha? 

No hago esquemas sobre su personalidad. Es una pérdida de tiempo, al menos para mí. Dejo que fluyan, hablen y me cuenten lo que quieran sobre la marcha. Alguna vez he intentado llevar a algún personaje o protagonista por donde yo quería y era una lucha constante a la hora de escribir, por lo que aprendí bien la lección. Cuando me siento a escribir dejo que ellos tomen las riendas por completo, al fin y al cabo, es su historia y yo solo un medio para contarla.

✈ ¿Puedes decirnos qué cualidad de Bosco destacarías como más positiva? Y ¿hay algo en él que no lo sea tanto? 😁

Debido a su profesión, es muy responsable y disciplinado. También es familiar, aunque le gusta mucho tener su independencia y su espacio. Destaco la sinceridad, es bastante sincero. Además, tiene otras cualidades que prefiero que descubráis. El aspecto quizá más negativo, es que ha limitado al sexo su relación con las mujeres, por lo que la gestión de los sentimientos separándola de la atracción sexual le resulta extraño.

✈ Y en el caso de Samantha ¿qué sería lo más y lo menos positivo de la protagonista femenina? 

Sam es un personaje que me encanta. Es peculiar, no solo en su modo de vestir, alocada consigo misma, positiva, muy emotiva, familiar, amiga de sus amigos, apasionada de su trabajo. . . En general, buena persona. Lo más negativo de su personalidad es que se boicotea a sí misma intentando ser más racional de lo que es y reprimiendo sus impulsos en ocasiones en las que no quiere reprimirlos en realidad.

✈ ¿Cuál es la parte de tus novelas que, en general, te resulta más gratificante escribir? Y porqué. ¿Y lo más complicado? 

El final es lo más gratificante. Llegar al final, después de recorrer su camino contando su historia, habiendo superado los problemas que hayan podido surgir o enfrentar a lo largo de su relación y despedirme de ellos con una sonrisa porque los veo felices, es lo más gratificante sin duda alguna. Lo más complicado es expresar bien sus sentimientos, sus sensaciones, sus miedos, inseguridades o sufrimiento. . . , del mismo modo y con el mismo grado de intensidad que siento que los personajes me muestran antes de intentar plasmarlo en el papel. Es lo que me resulta más complicado porque trato de ser lo más fiel posible a ellos.

Todas las autoras o autores tienen unas características que definen su estilo, independientemente del género que escriban. ¿Cuáles crees que son las tuyas? 

En romántica histórica creo que mi punto fuerte es la ambientación porque suelo mezclar ficción y hechos históricos que sucedieron durante la época en la que se desarrolla la trama junto a personas que existieron durante la misma. Y en general, los personajes. Intento que sean personas reales, humanas, con defectos, que se equivocan, rectifican y se comportan de acuerdo a su personalidad. También que, cada vez que me siento a escribir, me propongo que las tramas de mis historias sigan un esquema diferente y sean distintas entre sí.

Tu mente inquieta seguro que ya tiene alguna idea rondándole, ¿no? ¿Puedes darnos alguna pista de lo que ahora ocupa tu cabeza? Aprovecho para recordarte, Beatriz, que soy una de las que espera como agua de mayo la historia de Josh, el segundo de la serie Sueños y cuyo primer libro reseñamos aquí. 😏 Pero tú tranqui, Beatriz, sin presión xD

¡Sí! La próxima historia será la siguiente de la serie Alfonsinos o la serie Sueños, aún no lo tengo decidido porque de ambas tengo una idea general de la trama en la cabeza y gran parte de la documentacion reunida, aunque con algunos flecos que todavía debo atar antes de sentarme a escribir. Además, está la tercera de la serie Sueños que me tiene muy nerviosa porque me supondrá un verdadero reto (y ya tengo algunas escenas y conversaciones sueltas escritas). También me ronda la idea para otro romance histórico que espero que sea autoconclusivo (aunque con Valle de sueños me lo propuse. . . , y se presentó Josh 😏) así como de otro romance contemporáneo, cuya idea anoté hace bastante tiempo. No obstante, estas últimas historias que menciono tendrán que esperar su turno.

Muchísimas gracias por la amabilidad que siempre me demostráis para poder hablar de mis novelas, y en especial, por ofrecerme la oportunidad de contaros un poco sobre Águila cinco. ¡espero y deseo que disfrutéis la historia de Bosco y Sam!
¡Un besazo! Gracias a las dos 😊😘


Y ahora sí, os desvelo la sorpresita que tenemos preparada. Muchas gracias a Beatriz que ha tenido la cortesía de cedernos la cubierta completa de Águila cinco y regalarnos en exclusiva a Mi rinconín de lectura el prólogo de la novela. ¡Disfrutadlo!




Prólogo


Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el momento, lugar o circunstancias. El hilo rojo puede estirarse, contraerse o enredarse, pero nunca se romperá.
Proverbio chino.


Lunes, 20 de agosto de 2007
Coquitlam, Área Metropolitana de Vancouver
11 años antes…


BOSCO

—Está buena, aunque se vista con esa ropa de abuela —susurró su primo Gael desde la litera de abajo—. Si me mirara como te mira a ti, habría intentado enrollármela —continuó con diversión—. Está colada por tus huesos. Se le nota. ¡Eh, Bosco! Sé que estás despierto. Contesta.
Bosco cogió el cojín que tenía a sus pies, se asomó y lo lanzó con fuerza a su primo.
—Cállate y duérmete de una vez, capullo —masculló.
Gael rio por lo bajo antes de arrojar el cojín hacia su litera de nuevo.
—Si pudieras, ¿te la enrollarías?
—Es una cría —murmuró con fastidio.
—Quince años, solo tres menos que nosotros.
—Cuatro. La semana pasada cumplí los diecinueve —señaló recordándoselo—. Además, es familia —agregó en voz baja.
—Su tío y nuestra tía están casados. No tenemos ningún parentesco de sangre con ella, lince —aclaró Gael con ironía.
Bosco resopló.
«¡Como si lo tuviéramos!».
—Déjame en paz, Gael. Estoy saliendo con Natalia —siseó en cambio. 
—No estás saliendo con Natalia, estás enrollado con Natalia sin exclusividad por su parte o la tuya. Es diferente. En cuanto ingreses en la Academia del Aire y ella en la Universidad de Madrid. C’est fini —auguró.
—Puede —musitó Bosco sin pensarlo demasiado, aunque su primo tenía razón.
—Admítelo —dijo Gael con sorna—. Pasas de ella porque Nona te cortaría los huevos —murmuró con la intención de picarlo.
Bosco sonrió a regañadientes.
—Haría lo mismo con los tuyos, imbécil —replicó con diversión.
Gael bufó.
—Lo sé. Es una mierda, tío —se quejó simulando irritación.
Bosco volvió a tirarle el cojín, sin embargo, Gael estaba preparado esperando su ataque.
—Has fallado —apuntó atrapándolo entre sus manos mientras reía—. Esta vez me lo quedo. No me fío de ti —susurró.
—¿Has acabado de fastidiarme? 
—Por esta noche. Mañana, más. Buenas noches, capullo —murmuró bostezando.
—Buenas noches, idiota —susurró Bosco tumbándose en la litera mientras cerraba los ojos.
Veinte minutos más tarde su primo dormía…, pero él no dejaba de dar vueltas sobre el colchón, de modo que saltó de la litera, se puso el pantalón de un chándal, una camiseta y salió sin hacer ruido de la habitación en la que su tía Nona los había instalado. Toda la casa estaba ocupada por la familia. Nona, después de varios años sometiéndose a tratamientos de fertilidad, al fin había quedado en estado dando a luz tres meses atrás. Quintillizos. Quin-ti-lli-zos. Aún le costaba creerlo. Su madre y su tía Carla, madre de Gael, habían viajado en cuanto nacieron para ayudarla durante las primeras semanas, aunque el resto de la familia no había podido conocerlos hasta ese momento; en el que habían aprovechado las vacaciones de verano para embarcar en el primer avión a Vancouver y pasar una semana en Coquitlam. Cabeceó dirigiéndose a la cocina. Todavía le costaba asimilar que tenía cinco primos. Cin-co. De golpe. Literalmente.
Abrió la nevera, cogió un bote de zumo de naranja, un vaso del mueble y se subió de un salto a la barra de la cocina.
Su tía Nona y la madre de ella eran amigas. Ambas, azafatas de vuelo españolas en la misma compañía aérea. La madre de ella se había casado con un piloto canadiense, y dos años más tarde, Nona lo había hecho con el hermano mellizo del esposo de su amiga; también piloto de aerolínea. De modo que, aunque era cierto que entre él y ella no existía parentesco sanguíneo, ambos eran sobrinos de Nona y Paul. Además, Nona les había advertido, tanto a Gael como a él, que se comportaran… Su tía Nona era la Ferrer más temible de la familia, no obstante, Gael y él la adoraban, más, desde que se había casado trasladándose a Canadá. Cabeceó suspirando. La verdad era que los dos la echaban de menos. Durante su infancia, además de tía, Nona había ejercido de niñera con ellos, así que ambos tenían una relación especial con ella. Era difícil no obedecerla y, hasta el momento, no había tenido queja alguna de su comportamiento. Ayudaba que ella siempre estuviese rodeada de las hermanas de Gael o de sus propias hermanas, ya que todas tenían edades similares… E indudablemente, ayudaba que ellas apenas buscaran la compañía de Gael o la suya. Su primo y él permanecían unidos mientras fingían ignorar a sus hermanas menores y, por consiguiente, a toda persona que se relacionase con ellas…, incluida ella.
Resopló antes de vaciar el vaso de zumo y devolver el bote a la nevera. Entonces miró hacia fuera y la vio en la penumbra. Se quedó sin respiración. Unos segundos. Varios segundos. Estaba sentada en uno de los columpios situados junto a los abetos del jardín. Sostenía su móvil junto al oído y sonreía mientras hablaba mirando hacia el suelo.
Bosco se acercó a la ventana para observarla mejor.
Tenía el cabello recogido en una cola alta. Era de color rubio, rizado y le llegaba a media espalda cuando lo llevaba suelto. Tenía la piel muy clara, con algunas pequeñas pecas sueltas sobre el puente de la nariz. Sus ojos no eran verdes ni marrones, sino una mezcla, a veces parecían verdes y en otras marrones, dependiendo de la luz. Ojos color miel. Grandes y un poco rasgados. Sin embargo, lo que más le gustaba de su rostro era su boca; de labios gruesos y forma de corazón que lo tentaban más de lo que podía entender… En realidad, no comprendía porqué le atraía tanto, pero lo cierto era que no podía dejar de pensar en ella.
La recorrió con la vista fijándose en su pijama de pantalón corto y blusa abotonada. Era rosa, con pequeñas flores de diversos colores y encaje tanto en las mangas como en las solapas. Un pijama de abuela como diría Gael. Un pijama de abuela que revelaba un cuerpo de infarto lleno de curvas. ¿Cómo podía tener tantas curvas con tan solo quince años? Volvió a pasear la mirada sobre su figura, deteniéndose en las piernas desnudas, el cuello, el escote…, y sin previo aviso, para su fastidio, se puso duro; como siempre que la observaba más de cinco minutos seguidos.
«¿Qué cojones te pasa con ella, Bosco?», se preguntó mientras su respiración se agitaba como si estuviese en uno de sus entrenamientos y necesitara un instante para recuperar el aliento.

***

SAMANTHA

—Iré con Grayson y Declan a la playa por la mañana, comeremos algo por ahí y por la tarde sesión de cine. ¿Cuándo vuelves? —preguntó Ian a través del teléfono.
—No lo sé —contestó Sam—. Mis padres llegan mañana, pero Nona quiere organizar un gran almuerzo familiar y hoy ha llamado a mis abuelos para invitarlos.
Ian resopló.
—¿Cuándo se va la familia de tu tía? —preguntó con impaciencia.
—El viernes, aunque supongo que nosotros regresaremos a Vancouver tras el almuerzo.
—¿Cuándo es? —inquirió con curiosidad.
—Pasado mañana.
Ian volvió a resoplar.
—¿Cómo son? 
Ella sonrió al percibir el tono de resignación en su voz.
—Ruidosos. Como mi familia materna —añadió balanceándose un poco—. Y simpáticos. Estoy practicando mucho mi español. Incluso he aprendido algunas palabras nuevas.
Ian no entendía ni una palabra de ese idioma, por lo que no le interesaba demasiado. 
—¿Y cómo están los quintillizos? —inquirió.
—Enormes —contestó Sam sonriendo antes de continuar—. He hecho algunas fotos. Te las enseñaré cuando las revele.
Ian rio por lo bajo.
—Cuando dices algunas fotos suelen ser muchas fotos —señaló—. Los viste hace dos semanas, Sam.
—Han crecido mucho en estas dos semanas, Ian —apuntó con jocosidad.
—Sí, muchísimo —musitó él en tono burlón—. Avísame cuando regreses —dijo reprimiendo un bostezo.
—Lo haré. Vuelve a dormir. Siento haber llamado tan tarde —se disculpó por despertarlo de madrugada.
—Lo que sea por mi chica —murmuró—. Tengo ganas de verte.
—Y yo a ti. Buenas noches, Ian.
—Buenas noches, Sam —dijo él antes de colgar.
Samantha suspiró mientras guardaba el móvil en el bolsillo de su pantalón.
Había llamado a Ian con la esperanza de sentir algo al escuchar su voz, pero no había sentido “nada” de lo que “sabía” que “debía” sentir. Era frustrante. Le gustaba Ian, y aunque ni siquiera se habían besado (aún), habían sido buenos amigos durante el último año. Se sentían cómodos el uno con el otro, podían hablar de cualquier cosa y se divertían juntos. Apenas hacía una semana que, durante una de sus conversaciones por teléfono, él había insinuado que deberían comenzar a salir y a ella le había parecido bien porque Ian le gustaba… Suspiró de nuevo. A pesar de que se lo hubiese propuesto la noche antes de que sus padres la llevaran con su tía Nona y su tío Paul. ¿Qué había cambiado en cuatro días? ¡Cua-tro días!
Bufó con agobio.
Él. Eso era lo que había cambiado. Todo lo que le estaba pasando era culpa de él…, aunque él la ignorase y ella lo evitase. Desde el momento en el que se había quedado muda cuando Nona los presentó, había sabido que debía hacerlo. No porque él hubiese dicho o hecho algo para dejarla sin palabras. Simplemente se había quedado sin palabras. Jamás le había ocurrido nada semejante. No se consideraba tímida. ¡De hecho, era una persona extrovertida! Sin embargo, cuando él estaba cerca, su presencia la cohibía. ¡No lo entendía! Resopló con irritación. Él era guapo y tenía un cuerpo atlético que resultaba difícil pasar por alto, pero jamás se había quedado muda ante el aspecto de nadie. Conocía a chicos con cuerpos más musculados que el suyo y nunca se había sentido impresionada por eso.
«¿Qué te pasa con él, Sam?», se preguntó con inquietud.
Era su mirada. Estaba convencida. En las pocas ocasiones en las que cruzaba sus oscuros ojos con los suyos, la observaba con tanta intensidad que la hacía temblar de arriba abajo mientras su corazón latía con desenfreno bajo su pecho. Se sentía confusa cuando reaccionaba de ese modo ante su mirada. ¿Una mirada podía provocar taquicardia? No lo creía, aunque él parecía tener la capacidad de provocarle taquicardia… Al menos, su corazón sufría taquicardia cuando la observaba con aquella intensidad que quemaba. Respiró hondo reprendiéndose a sí misma por su exageración. Apenas se conocían, apenas habían intercambiado unas pocas palabras, los dos eran sobrinos de Nona, vivían en países diferentes y lo más importante; ella tenía novio (muy reciente, cierto. Tan reciente que no se habían visto desde que habían acordado comenzar a salir, pero su novio, al fin y al cabo) y él tenía novia. Eso había entendido de su hermana Alba la tarde anterior…
Samantha dejó escapar el aire de sus pulmones. Las palabras de Alba, de algún modo, le habían molestado, provocándole a su vez, un extraño aturdimiento al que no le encontraba sentido. Incluso había comenzado a cuestionarse qué era aquello que había experimentado. ¿Celos? ¡¿Cómo iba a sentir celos?! No, no podían ser celos, aunque le hubiese molestado saber que tenía novia. Era absurdo. Una persona no podía enamorarse de otra a la que no se conocía solo por su aspecto. Imposible. Podía sentirse atracción por el físico de alguien, por la personalidad o el comportamiento, pero… ¿Amor? No. ¿Sin conocerse? No. Rotundamente… Aunque su amiga Hailey era una fiel defensora del amor a primera vista. Según ella, sus dos últimos novios habían sido producto de fulminantes flechazos. Sam apostaba más por la atracción física que por el flechazo en sí, sin embargo, Hailey apoyaba su teoría del flechazo con argumentos que ella nunca había comprendido del todo hasta que…, la mirada de él había caído sobre ella como un ave rapaz sobre su presa.
«No seas idiota, Sam. Te atrae. De acuerdo, hay algo en él que te atrae mucho. Pero nada más», se dijo con irritación.
Desvió la vista hacia el bolsillo de su pijama cuando su teléfono vibró avisándola de un mensaje. ¿Ian? 

Mom:
Acabo de llegar a casa. Papá llega a las nueve. Dejaré que descanse durante la mañana y por la tarde iremos a Coquitlam. Supongo que verás este mensaje cuando despiertes. Hasta mañana, Sam. Te quiero.

Samantha estuvo tentada a responder, pero eran las dos menos cuarto de la madrugada. Conocía a su madre, preguntaría el motivo por el que estaba despierta tan tarde, así que volvió a guardar el móvil. No podía decirle que se había desvelado pensando en él. ¿Cuándo había perdido ella el sueño por alguien? Nun-ca. Ja-más. Ni siquiera por Ian. Y Ian le gustaba mucho… ¿Verdad?
Gimió tapándose el rostro con las manos unos segundos.
Lo que necesitaba era volver a Vancouver. Cuando regresase a su hogar, con Ian y sus amigos, recordaría aquella noche con diversión. Se reiría de sí misma. Se reiría mucho. Muchísimo. Se desternillaría…
«Estás loca, Sam», se dijo con exasperación.
Hacía casi medio año que los horarios de vuelo de sus padres no coincidían, sin embargo, cuando eso sucedía, la dejaban con Nona. Se llevaban bien y se divertían haciendo cualquier cosa; desde repostería hasta zumba. Además, ahora, ella siempre agradecía cualquier ayuda con los quintillizos; Adam, Connor, Ethan, Joel y Liam. A veces, incluso le resultaba difícil distinguir quién era quién.
Suspiró.
Si los horarios de vuelo de sus padres no hubiesen coincidido días atrás no le estaría sucediendo nada de lo que le estaba sucediendo. Lo habría conocido durante la comida familiar que Nona quería organizar y, en ese preciso instante, no estaría tan confundida pensando en un chico que no era su novio cuando debería estar pensando en el amigo que ahora sí era su novio.
«NO pienses más en él… ¡Piensa en Ian!», se ordenó con irritación.

BOSCO Y SAMANTHA

—¿No puedes dormir?
Samantha casi se cayó del columpio, en el que apenas se balanceaba, al escuchar su voz. Giró el rostro con sobresalto y..., sí, él estaba ahí. Con una camiseta gris que marcaba su torso y un pantalón de chándal negro que caía sobre sus caderas de forma peligrosa. En el jardín. Con el cabello oscuro revuelto y apoyando uno de sus hombros en el barrote del columpio.
Lo contempló sin saber qué decir. Su corazón comenzó a latir de forma apresurada. Le temblaron las rodillas y su vientre se contrajo con nerviosismo.
Pestañeó como si con ese gesto pudiera hacerlo desaparecer. No desapareció. Permaneció donde estaba observándola con diversión. ¿Qué hacía él ahí? No había escuchado sus pasos al acercarse… Se fijó en sus pies. Iba descalzo. Cuando elevó la vista, él sonrió con aquella sonrisa de medio lado que le había visto otras veces, y entonces fue consciente de que no había respondido su pregunta. Tenía que dejar de mirarlo. Y respirar. Respirar era importante. Incluso necesario para vivir. Y responder. Tenía que decir algo. ¡Lo que fuese!
—No —murmuró aprovechando el momento para coger aire.
«Has articulado una palabra. Bien hecho, Sam», pensó felicitándose con ironía.
—No quería asustarte… ¿Puedo? —preguntó indicando con una mano el columpio que había a su lado.
Ella se encogió de hombros diciéndose que podía hacerlo. Podía hablar con él. No había ninguna razón que le impidiera mantener una conversación racional. Observó el perfil de su rostro mientras se balanceaba con lentitud junto a ella. 
—¿Tú tampoco? —preguntó envalentonándose.
Él ladeó la cabeza.
—No… ¿Te importa si hablamos en mi idioma? Mi inglés no es tan bueno como tu español.
Ella asintió con la vista.
—No es tan bueno, pero gracias —dijo en voz baja.
«Una frase entera y sin tartamudear, Sam», se animó a sí misma.
Él sonrió.
—Es más bueno que mi inglés. ¿Hablabas con tus padres? —Ella lo miró con curiosidad—. Estaba en la cocina. Te vi desde la ventana.
Samantha negó con la cabeza. Nunca mentía y no vio motivo alguno para comenzar a hacerlo esa noche, en ese momento, en ese jardín, con él.
—Con mi novio —murmuró.
«¿Novio? ¿Tiene novio? ¡Mierda!».
Bosco cogió aire intentando ocultar su sorpresa, aunque al parecer, no lo hizo con la suficiente rapidez, porque ella lo observó reprimiendo una sonrisa que él no pudo dejar de percibir en su expresión.
—¿No eres demasiado joven para tener novio? —inquirió con un atisbo de irritación en su tono de voz.
«¿De verdad has dicho eso? ¡Serás capullo!», se reprendió al instante.
Samantha agrandó los ojos. Después, rio con cierto nerviosismo.
—Tus hermanas tienen novio. Y tienen quince y dieciséis años —apuntó.
Bosco entrecerró los ojos.
—No son sus novios. Solo quedan con ellos de vez en cuando. Con su grupo de amigos —agregó.
Ella frunció el cejo.
—¿Y no es lo mismo?
Bosco resopló.
—No.
«Es lo mismo, pero no pienso reconocerlo».
—Aquí sí lo es —dijo ella apartando la vista.
Guardaron silencio un instante.
—¿Lo saben tus padres? —preguntó Bosco tras encajar con fastidio su comentario.
Sam giró el rostro para contemplarlo mejor. ¿Estaba molesto? Lo parecía, sin embargo, no lo conocía lo suficiente para afirmarlo. De hecho, NO lo conocía para afirmarlo…, pero lo parecía.
Él apartó la vista mirando al frente.
—No suelo tener secretos con mis padres —murmuró ella—. Además, lo conocen. Éramos amigos antes de comenzar a salir —explicó, sin saber del todo porqué lo hacía.
Él pareció descolocado por su respuesta. 
—Vale, ten cuidado —siseó con gesto serio.
—¿Con qué? —preguntó ella de inmediato.
«¿Os enrolláis? ¡Ni se te ocurra preguntarlo, Bosco!», se ordenó.
—¿Os enrolláis? —preguntó girando el rostro para mirarla.
Ella agrandó los ojos con asombro.
«¡Joder, Bosco!»
—¿Tú no te enrollas con tu novia? —contratacó ella.
«¿Le has preguntado si se enrolla con su novia? ¡Tierra trágame! ¡Ya!», pensó Samantha.
Bosco carraspeó desviando la mirada.
«Y follamos, pero no es mi novia».
—Es lo que se hace cuando alguien te gusta —contestó, sin embargo.
Se balancearon durante unos minutos en un silencio bastante incómodo.
—Oye, mira… —Resopló mientras ella lo contemplaba con expectación—. He sido un idiota preguntándote eso, pero ten cuidado, ¿vale? ¿Entiendes lo que quiero decir?
Ella lo observó unos segundos sin decir nada.
—¿Por qué te importa? —preguntó con extrañeza.
«KO, Bosco».
—Bueno… —Carraspeó mientras pensaba en una respuesta que no lo hiciera parecer más idiota—. Tienes la edad de mis hermanas, podrías ser mi hermana y…, en fin, las hormonas de los chicos a vuestra edad están por las nubes. Siempre están dispuestos a pillar —continuó con indecisión—. Seguro que sabes a lo que me refiero… Deberías decir algo para que me calle de una…
—No digas nada más, por favor —murmuró ella tapándose las orejas en un gesto de humor antes de sonreír con timidez.
Tras unos segundos en los que no dejaron de observarse, Bosco le devolvió la sonrisa con cierta inseguridad.
—Tendré cuidado —murmuró Samantha apartando sus ojos de él.
Bosco soltó el aliento. No sabía si aquella respuesta debía tranquilizarlo, lo que sí sabía era que imaginarla echando un polvo con su novio o con cualquiera..., le fastidiaba. Mucho. Resopló de forma mental contra sí mismo. No le molestaba que Natalia pudiera follar con otros, pero sí pensar en ella…, ¿acostándose con su novio? ¡Era demencial!
Samantha entrelazó los dedos de sus manos. De repente, no sabía qué hacer con ellas. Una extraña tensión crepitaba entre ellos mientras seguían balanceándose en silencio. Lo miró de soslayo tragando saliva.
—Nerea me ha dicho que quieres ser piloto —murmuró en un intento por desviar la conversación hacia un tema más neutral.
La expresión de Bosco se relajó antes de asentir.
—Los aviones siempre me han gustado —explicó elevando los ojos hacia el cielo—, pero cuando tenía diez años vi una exhibición del Ejército del Aire en mi ciudad y, en ese instante, supe que quería ser uno de ellos. No recuerdo querer ser otra cosa que piloto de caza desde entonces. —Giró el rostro hacia ella—. Me he esforzado mucho durante los últimos años para conseguirlo. El próximo mes ingreso en la Academia General del Aire —agregó con un brillo de entusiasmo en su mirada.
Ella lo contemplaba con atención.
—¿Es tu sueño?
Bosco esbozó una pequeña sonrisa.
—Mi meta —dijo sin apartar sus ojos de ella—. ¿Y el tuyo?
Ella le devolvió la sonrisa con rapidez.
—Abrir mi propio estudio de fotografía artística —contestó con vehemencia.
Bosco tragó saliva. La naturalidad de aquella sonrisa fue como un enorme puñetazo en su estómago. Todo su rostro se iluminaba con luz propia cuando sonreía de esa forma.
—¿Artística? —acertó a preguntar.
Samantha asintió.
—Una fotografía se considera artística —comenzó sin apartar los ojos de él—, cuando el fotógrafo la crea con el objetivo de transmitir un sentimiento o una sensación. Buscando la reacción en las emociones. Eso es lo que yo intento —agregó en voz baja—. No sé si lo conseguiré, pero me gustaría dedicarme a la fotografía artística de forma profesional —concluyó.
Bosco la contempló un instante sin decir nada.
—Espero que lo consigas —musitó con sinceridad.
—Tú también —murmuró Sam desviando la vista hacia el suelo.
Bosco observó su perfil mientras detenía el columpio.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —inquirió girando el cuerpo hacia ella—. No pretendo ofenderte, es solo curiosidad.
Samantha detuvo el balanceo de su propio columpio y ladeó el rostro hacia él con interés.
—¿Qué?
—¿Por qué te vistes como lo haces? —preguntó fijando la mirada en la suya.
—Porque me gusta —contestó ella de inmediato.
—¿No estarías mejor con unos vaqueros?
Ella negó con la vista.
—¿Por qué debería vestir unos vaqueros cuando siento que no soy yo llevándolos? No me condiciona lo que piensen los demás. Ni lo que digan. No me importa ser diferente —aseguró encogiéndose de hombros—. Me visto para mí y me siento cómoda con mi estilo. A veces, incluso escojo los colores según mi estado de ánimo —confesó con una leve sonrisa—. Creo que la ropa es una forma de mostrar tu identidad. Y a mí no me asusta mostrar la mía.
«KO de nuevo», pensó Bosco con admiración.
—Nunca lo había pensado de ese modo —musitó sin desviar la vista de ella—. En mi armario hay vaqueros, camisetas, sudaderas y mucha ropa de deporte, aunque nunca le he prestado demasiada atención.
—Tal vez no has encontrado tu estilo todavía —dijo sin apartar la mirada de su rostro—. Los vaqueros te sientan bien. —Bosco rio por lo bajo ante su apreciación. ¿Se había fijado en cómo le quedaban los vaqueros? Sabía que le quedaban bien, pero le gustaba saber que ella lo había notado—. ¿Crees que soy rara?
Bosco negó con la cabeza.
—Pensaba que tenías mucha personalidad por vestir así y tu respuesta me lo ha confirmado. —Otra enorme sonrisa iluminó el rostro de ella. Un nuevo puñetazo en el estómago estuvo a punto de doblarlo. ¡Joder! ¿Qué tenía esa chica para que una simple sonrisa originara aquella reacción en él? Bosco inspiró con inquietud antes de volver a hablar—. ¿Es difícil? Me refiero, con los demás. En tu instituto —aclaró.
Ella suspiró.
—A veces —reconoció con una mueca—. Me limito a ignorarlos. Además, tengo unos buenos amigos que no permiten ninguna… ¿Cómo se dice? ¿Burla? —Él asintió—. Burla en su presencia. Y siempre estamos juntos, así que no suelo tener problemas —agregó con sus ojos en los suyos.
Bosco tragó saliva. ¡Mierda! Quería besarla.
—Me caen bien tus amigos —murmuró desviando la vista hacia sus labios.
Sam contuvo el aliento al percatarse de la dirección de su mirada. Su corazón comenzó a bombear dentro de ella con fuerza. ¡No apartaba los ojos de su boca! ¡¿Iba a besarla?!
—No los conoces —musitó fijando sus propios ojos en la boca de él.
—Cualquiera que te defienda me cae bien —susurró acercando su rostro con lentitud.
Permanecieron unos segundos sin decir nada, sin hacer nada. Solo respirando y percibiendo cómo respiraban mientras la atracción que existía entre ellos los envolvía como si fuera una manta.
Samantha elevó la vista hacia sus ojos. Y allí estaba, aquella intensidad que siempre hacía que su mundo dejara de girar…
—Tienes novia —murmuró.
—No es mi novia —musitó él de inmediato.
—Está Ian —susurró.
Bosco permaneció inmóvil, aunque inspiró con fuerza. 
—¿Tu novio? —inquirió en voz baja.
Ella asintió.
Él apenas sonrió.
—No esperes que él me caiga bien. —Samantha se quedó sin respiración cuando sus labios estuvieron a escasos centímetros de los suyos—. ¿Lo miras a él como me miras a mí?
Samantha pestañeó con turbación… Entonces echó el rostro hacia atrás. ¡¿Qué estaba haciendo?! ¿Había estado a punto de permitir que la besara tras compartir una breve conversación? Él no era su novio, él se marchaba a su país en unos días, él… Él anulaba su capacidad para discernir lo que estaba bien de lo que estaba mal. Y aquello…, ¡estaba mal! ¿Por qué se comportaba así con él? ¡Apenas lo conocía! ¿Qué pasaba por su cabeza? No entendía nada de lo que le ocurría. ¡¿Y por qué se sentía tan apabullada ante la idea de que quisiera besarla?! Se levantó del columpio para alejarse de su presencia cuanto antes. Lo que sentía ante su cercanía no era atracción, era… ¡No sabía lo que era!
Bosco la alcanzó tras los primeros pasos.
—No quería decir eso… —murmuró cogiéndola del brazo. Samantha ladeó el rostro con confusión mientras él dejaba caer su mano—. Regálame un beso —susurró capturando su mirada—. Solo un beso.
Samantha apenas podía pensar. ¿Cómo iba a responder? Quería besarlo…, pero le daba miedo besarlo…, quería que la besara…, pero…
Bosco observó su gesto de indecisión antes de alargar la mano hacia su cuello. Cuando ella lo contempló con los ojos muy abiertos esperando, acercó su rostro y la besó. Al principio con lentitud, descubriendo la suavidad de aquellos labios que había querido besar desde que la viera por primera vez al tiempo que controlaba su necesidad de explorarlos a conciencia, sin embargo, tras unos segundos de contención, introdujo su lengua para comenzar a saborear toda su boca, buscando y encontrando las diversas formas en las que sus labios encajaban… ¡Joder! Encajaban a la perfección. Su sabor era enloquecedor. La carnosidad de sus labios, el puto paraíso. El deseo estalló arrollándolo. Deslizó el brazo por su cintura para sostenerla contra su cuerpo, escondió los dedos en el cabello de su nuca y continuó devorando cada rincón de su boca mientras se enredaban en una batalla de lenguas que lo puso a cien.
Samantha no podía pensar. La cabeza le daba vueltas. Desde el instante en el que sus labios estuvieron sobre los suyos se sintió avasallada. Nunca la habían besado de ese modo. Con una pasión que incendiaba su cuerpo y una habilidad que le nublaba la razón. Él sabía lo que hacía. Su lengua recorría su boca con dedicación, a ratos pidiendo, a ratos entregándose, y en otros, dominando cada movimiento de sus labios. Se sentía aturdida por todas las sensaciones que la asaltaban. Abrumada por su sabor. Impresionada por lo que le hacía sentir. Sus bocas se alimentaban la una de la otra. Su respiración bebía de la suya… Se aferró a su cuello enterrando las manos en su pelo mientras se fundía con él apretando sus senos en la solidez de su pecho. Él jadeó antes de sujetar su culo presionando su erección contra su pelvis. El deseo por él inundó cada rincón de su cuerpo. La pasión como guía. El instinto como único referente. Sam exploró su boca con mayor seguridad perdiendo la noción del tiempo… En algún momento, él caminó llevándola consigo, sosteniéndola junto a su torso y sin abandonar sus labios. Sus cuerpos, ocultos tras los abetos, se entrelazaron sobre el césped. Sus manos acariciándose. Sus bocas en constante duelo. Solo iba a ser un beso. Un beso…















 

9 comentarios

  1. Enhorabuena por la entrevista! Muy entretenida y con mucha chicha XD. Me he hecho sesión de pertiguismo con todo lo relacionado con este libro porque ya sabíes que me gusta coger las lecturas con la menor de las ideas posibles. Además, reconozco que este libro lo leeré porque me encanta la evolución escritora que ha tenido Beatriz Manrique y sus libros más recientes me han encantado, pero reconozco que tenga dudas sobre si esta historia me conquistará, ya que las historias de pilotos y yo no nos llevamos excesivamente bien (de hecho, no aguanto Top Gun XD). Pero espero que sea un libro que le dé muchos éxitos a Beatriz!
    Besotes!

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    1. Gracias, Kim! Coincido contigo en lo de la evolución de esta autora, va cada vez a mejor. A mí también me llama la atención el libro, sobre todo porque es la primera vez que sale de la histórica y me apetece conocerla en contemporánea, a ver qué tal se desempeña. Te confieso que yo también voy con mis reparos, pero no por los aviones, sino porque soy un poco rarita para la contemporánea y parece que les dejo pasar menos la mano a estas novelas xD. Pero bueno, ojalá le vaya bien, que es una autora muy amable y guay :)
      Gracias por pasarte, como siempre.

      Besitos

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  2. Que buena entrevista, me ha gustado mucho, que ganas de leer lo nuevo de Bea!!! muy buen post

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    1. Gracias, Noe! Por pasarte a leer la entrada y comentar, como siempre.

      Besitos, guapa

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  3. ¡Ale, Vero, muchísimas gracias por el rinconcito que me habéis dado en vuestra casa para presentar "Águila cinco" y hablar un poco de Bosco y Sam!! ¡Muy agradecida siempre por vuestra amabilidad!! ¡Un besazo enorme a las dos!! <3 <3 :D

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    1. No hay de qué, Bea. Como te dijo mi compi Vero, aquí tienes un rinconcito para lo que quieras contarnos. Gracias siempre a ti.

      Besitos

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  4. Que buena entrevista chicas 👏🏼muchas gracias 😘 Yo también tengo ganas de leer a Beatriz en este nuevo libro tan diferente a los otros...Y es prólogo....madremiaaaaaaaaa...me ha dejado muy buen sabor de boca👏🏼👏🏼

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  5. Muchas gracias, Beatriz! Me alegro de que te haya gustado la entrada y de que el prólogo te haya dejado con la miel en los labios xDDD. Gracias de nuevo por pasarte y tomarte el tiempo de leerme este ratillo.

    Besitos

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  6. Hola!!
    Aplaudo que como autora salga de su zona de confort, aunque como lectora, egoísta, prefería que se quedara en la histórica jajaja
    No sé, seguramente lo leeré, porque me gusta su estilo, aunque ya sabéis que lo mío no suele ser la contemporánea y, como a Kim, estas historias no me atraen demasiado
    Un besote y mil gracias por la entrevista, estupendísima, como siempre ♥

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